domingo, 8 de febrero de 2015

Sin precipitarnos, apresurándonos despacio

Y el torbellino de la vida, que nos empuja a disfrutarla, con nuestros quehaceres y obligaciones, con la mirada limpia, hacia nuestro futuro.
¡Tantas cosas de pronto! 
El efecto Torres que enhebra la realidad con el deseo, Messi y Neymar y Suárez que ya son una sinfonía, Ronaldo acumulando balones de oro y malos modos, Paco Jémez, nuestro gran romántico, que desgarra los nervios de los espectadores, mientras espera que lo llame España,..., botas voladoras y árbitros con visita pendiente al oftalmólogo.
Y el Real Madrid, aplastado, desangrándose, su techo de cristal hecho añicos, y el Atlético golpea en el ring del partido a partido.


Y el cine, de fiesta mayor con los Goya de anoche, con La isla mínima, que es un continente de cine mayor, virtuoso, un prodigio de caligrafía cinematográfica: bellas y elocuentes imágenes de las marismas del Guadalquivir. Justa ganadora. No se puede no ver.

Y a la vuelta de la esquina la ceremonia de los Oscar, y la Champions. ¿Qué más se puede pedir?
La embriaguez serena y silenciosa de la nieve cayendo sobre nuestros hombros.