Túnel
de vestuarios del Sánchez Pizjuán. El sábado pasado. Un periodista, cuyo
maestro hubo de ser Umbral, pregunta a Banega, jugador sevillista. Éste ha
marcado un gol que ha desquiciado a Bravo, portero del Barcelona.
-¿La pegó con el alma o con el corazón?
-La pegué al espacio, sentí que salió bien,
y entró.
La poesía y al pragmatismo. La belleza y la
eficacia.
El miércoles próximo, en torno a la
medianoche, habrá finalizado el Real Madrid-Atlético de Madrid. Cualquier
jugador hipotecaría su alma al diablo, a cambio de ser preguntado por la
naturaleza de su gol vencedor.
El río caudaloso de la liga ha ahogado a dos
jugadores vitales del Real Madrid, como ha dicho el magnífico Diego Torres esta
mañana. En la otra orilla, el equipo contempla las bajas con temor.
En tanto, los de Simeone, de vuelta a casa de
La Coruña, salivan y afilan sus colmillos para la madre de todas las venganzas
deportivas. Consideran indispensable restituir el orden normal de todas las
cosas, es decir, eliminar al Real Madrid.
Gane quien gane, el fin de semana llegará, y
tendremos, nuestro otro alimento del alma: el cine.
Queremos recomendar la nueva versión de La cenicienta, para restañar las heridas tras la batalla futbolística.